La vida está llena de momentos, como el que hemos vivido hoy, y que nos hacen vibrar y emocionarnos. Después de algunos meses sin volar he compartido un vuelo con destino Moià con tres autogiros más y dos ala fija. Un vuelo lleno de agradables vistas de tapices verdes y amarillos y de esa sensación de libertad que se siente al volar.En el aeródromo de Moià nos esperaba nuestro anfitrión "en mayúsculas" Pepe, con quien hemos platicado de altos vuelos, mientras disfrutábamos de un suculento almuerzo y éramos sobresaltados de vez en cuando por un avión aterrizando. Le agradecemos una vez más su generosa invitación y entrañable acogida.
A nuestro regreso, las vistas del majestuoso macizo de Montserrat que se elevaba ante de nuestros ojos y los sembrados en flor nos presagiaban la cercanía de nuestro campo. Lo mejor del vuelo y del día: la calidad humana del grupo y el compañerismo demostrado ante la pequeña incidencia de aviso de averia en uno de los autogiros. Al final todas las avispas en la colmena sin mayor novedad. Y esto es sólo el comienzo, muchas más aventura nos esperan juntos. Texto. Àngels EC-FU7
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